UN PASEO

UN PASEO

Iba con mi hijo y desde los balcones nos gritaban. Me sentí fatal, es una persona con autismo y se puso muy nervioso. ¿Es que no saben que lo necesita y que la Ley lo permite? Tenemos que hacer algo (me cuenta una madre). No es tan nuevo, cualquier padre con un hijo con TEA te puede contar que alguna vez le han afeado su comportamiento.
 
Ahora se focaliza en las personas con autismo o discapacidad, pero es algo más.
Todos desde “nuestros balcones” nos dedicamos a juzgar y a condenar a los demás por lo que hacen. Casi siempre sin conocer, en la necesidad constante de tener opinión de todo. Y esa limitación, lo poco que sabemos, es la que muchas veces nos hace ser injustos. Pero eso va en dos direcciones, me juzgan porque no saben pero yo tampoco conozco las circunstancias de quien lo hace y puedo acabar siendo igualmente injusto.
Tampoco se trata de callarse siempre, ni de no tener criterio ni opinión.
Pensar más antes de actuar (hablar), buscar para conocer, ser indulgente, más prudente… seguro que encontramos cómo mejorar, sin olvidar que desde los balcones también se puede aplaudir.
 
Un paseo no, dice Jaime. Él no tiene esa necesidad pero hay otros muchos que sí, cada uno es diferente y necesita cosas distintas.
Siempre que te expones corres un riesgo, con Jaime lo hemos asumido y también hemos tenido experiencias poco agradables. No importa, creemos que debemos seguir para que cada vez más personas conozcamos y podamos comprender otras realidades, sin prejuicios.
 
(Y muchas gracias a Jorge Bayo por su dibujo)

 

Javier Martínez Erdozáin

7 de abril 2020

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