Me duele. Tienes que curar… dice Jaime. No tiene nada, solo un pequeño golpe o algo que le incomoda, pero es una señal de que algo no anda bien.
Las personas con TEA presentan distintas respuestas ante el dolor, pueden tener hipo o hipersensibilidad a él, y las dificultades que tienen para comunicar no ayudan.
Nos duelen las heridas, nos duele el cuerpo o, sencillamente, pasa algo, una desilusión, un fracaso, una pérdida; algo que nos abre los ojos para ver lo que ya sabíamos, pero habíamos olvidado: que somos vulnerables y que, en mayor o menor medida, necesitamos consuelo y compasión.
Pequeño o grande, el dolor es algo que querríamos evitar pero que inexorablemente hemos de soportar, que nos modela, que se pega a nosotros y nos acompaña, quizás un momento o quizás para siempre, y que a veces se convierte en tristeza y otras veces en sufrimiento. La vida es complicada y el dolor forma parte de ella.
Te puedes rebelar contra él o simplemente aceptarlo, darle un sentido o no encontrárselo, abrazarlo y amarlo o renegar de tu suerte; cada uno habrá de encontrar su forma para estar con él.
…si, pero me duele… dice Jaime. Algo sigue sin estar bien. No es fácil comprender el dolor que siente y solo queda estar a su lado.
Desde el dolor y la tristeza por tu ausencia, vuelan estas torpes palabras para ti, Lucía.
Javier Martínez Erdozáin
18 de agosto 2022